Mi lista de blogs

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Para mí, no hablarte, también significa, quererte.

Da igual, sigo queriéndote.
Que más da,
que haya más de cien días,
en los que no te vea,
seguiré queriéndote.
Buscando en alguna que otra nota,                                        
la felicidad que en este día,
de otro año,
me dabas,
con solo mirarme,
con esos ojos color miel,
saltones,
en los que los míos azules,
se perdían.
 Vamos, supongo que te quiero...

Que sudadera más bonita llevabas hoy, gris, creo que quería abrazarme, la sudadera digo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El "él" del pasado...

Contaré mi día a día, aquí, donde nadie ve lo que escribo, es decir, el tampoco. Desde que empecé el colegio, no me levanto con las mismas ganas, ganas no por ir al colegio, sino por verle a él y que me dedique esa sonrisa olvidada allá por febrero. Después de tanto tiempo, nos hemos juntado medianamente todos en el patio, me he ido a sentar al otro lado de él, para evitar paranoicas miradas, pero se han adelantado y me he tenido que sentar en frente, donde las miradas eran fáciles.

Toca el timbre, nos levantamos todos, nos alejamos de aquel lugar unos seis metros, todavía me alcanza la vista, miro hacia atrás, y me encuentro con esos pitillos aún sentados en el suelo frío de aquel colegio, tenía la mano agarrando el móvil y pegada a la oreja, y tenia la mirada perdida, bueno o eso es lo que mis ojos me dejaron ver. Me gustaría hablar de más cosas, pero no tengo en mi cabeza nada más de lo que hablar, lo sé, es un poco triste, que quiera a alguien de esta manera, y en una constante ignorancia, y que mi vida se base en él, bueno en el “él” del pasado. Estoy empezando a pensar, que verdaderamente, tal vez, sí sea una obsesión. Una mala, trágica, odiosa y malvada obsesión.


jueves, 10 de noviembre de 2011

Explícame

Me he dado cuenta de que tu preocupación por mi sigue siendo la misma, te da miedo venir a decirme “tranquila” con esa voz que tanto me relaja. Me he dado cuenta de que quieres hablar conmigo, pero no sabes que decir y te preocupa la respuesta. Me he dado cuenta de que tus miradas no son malintencionadas, que simplemente quieren decirme algo. Me he dado cuenta de que me echas de menos, porque a veces solo yo llenaba tu soledad. Me he dado cuenta de que te arrepientes, pero tu cobardía te prohíbe decirlo. Me he dado cuenta de tantas cosas, que una vez más, solo puedo sentarme y esperar, esperar algo que puede que nunca llegue, como nunca llegó esa oportunidad. Te diría que no quiero ninguna explicación, que quiero que todo vuelva a ser así, de esa forma que solo nuestras palabras saben. Pero yo las necesito, necesito explicaciones que me digan que no eres lo que estás queriendo hacerme ver. Yo sé, que eres diferente. Digan lo que digan.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Intento de olvido

He decido olvidarme de ti, así, de esta manera, mientras estudio para el examen de mañana, pero, la cuestión es ¿cómo lo hago? Se dice fácil, pero como fácil viene, fácil se va, como él.
Había pensado miles de formas: en consejos de amigos; en un “ya vendrá otro…” Pero la única forma que me parece factible, es la de humillarte para mis adentros; reírme de ti, de lo chulo que puedes llegar a ser, y mirarte de una manera que nunca olvides, ni si quiera será por el rabillo del ojo, esta vez, te mataré; eliminar todo tipo de contacto contigo, y solo verte por las mañanas, con la cara dormida y esquivarte por el camino de ese colegio que nos presentó.
Aparto el libro, y me pongo a pensar, y me hago una pregunta: ¿De verdad podría yo llegar a ser así? ¿Así de mala? A pesar de poner a prueba todas esas estúpidas ideas, no sé si algún día, podré olvidarle del todo, es difícil olvidar a las personas que han hecho que te sientas especial contigo misma, que te quieras y que te lo creas. Ha dejado una mancha en mi vida, de las que no se quitan, por mucho que frotes.
Hoy en el examen de inglés, me has lanzado una mirada que no sé cómo interpretarla, la he mantenido por si me llevaba alguna sorpresa, pero no, solamente he visto como se iba dirigiendo hacia el papel. No sé con qué intención iba esa mirada, solo sé que me ha dolido, como todas las cosas que hace, cada movimiento que da y no poder ir donde él a decirle: nada. No puedo evitar vigilarle, preguntar a la gente que tal está, y cerrar la boca frente a él. Veo cada día lo injusto que es, como ha tirado toda esta amistad, una amistad que estoy segura de que el recordará, porque en si era una amistad, especial pero lo era. Me gustaría saber si me odia…
Me gustaría saber cómo hemos pasado de un “No si tú estás a mi lado ayudándome” a un ¿a ti te han dado este papel?
Probablemente sean cosas que solo yo entienda, y las que no, solo él las puede saber.


domingo, 30 de octubre de 2011

El cambio permanece

El tiempo sigue pasando, y nada cambia, y lo único que me queda por hacer es sacar eso que yo no tengo, llamado paciencia, solamente para esperar otro cambio. Porque tengo la certeza de que habrá otro.
Quién iba a decirnos cuando me dijiste: ¡Sabes que me importas tonta! que estaríamos así ahora mismo, con feas miradas que muerden. Sí, tengo la esperanza de que me vuelvas a llamar tonta. 
Es cierto que las cosas no volveran a ser lo que eran. Por eso, si es así, no quiero ni volver a saber nada de ti,ni de tus filosofadas, ni tus maneras extrañas de hacerme sonreír. Lo sé, soy una egoísta, que solo quiere regalarte chupa-chups de fresa, escribirte en un papel lo que significas para mí, abrazarte porque sí, aunque sea solo abrazarte. Pero no, si yo no tengo todo esto otra vez, no quiero volver a abrazarte, y que me arrugues la americana arrugada.

Recuerdo muchas cosas que me decías, como: “Hay muchas partes de mí que desconoces y otras que tú conoces y que yo desconocía”. He descubierto que te conozco, al fin conseguí conocerte, por eso se que no ha acabado, que un día de la forma más inútil, se realizará ese cambio.
Todo el mundo sabe, o el mundo quizás sea solo yo, que las personas no dejan de querer de un día para otro.


miércoles, 5 de octubre de 2011

Dos soledades que se reconocen

“Sobre sus cabezas flotaba una gran burbuja llena de cosas que tendrían que decirse y los dos miraban al suelo para no verla”,  así ponía en la página ciento sesenta y dos. Siempre me decía que las cosas cambian, que siempre cambian, yo lo  creía así simplemente porque él lo decía.  El tiempo crece, como crece nuestra ausencia.  Él lo siente, se que siente al igual que yo, como estamos unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que solo podría existir entre dos personas como nosotros: dos soledades que se reconocen.
 Recuerdo cuando recibí la noticia, aquella que me hundió como dedo en la arena, caminado por la calle, un día de verano soleado, casi podía cerrando los ojos, escuchar el sonido de las olas aunque estaban a veinte minutos de mi. Recuerdo sin saber el por qué, que estaba feliz de estar caminado por ahí en ese momento, mis pies parecían moverse solos, ellos también estaban felices. Y  entonces fue cuando encendí mi teléfono, y lo vi, vi como una nube gris empezó a tapar ese día soleado de julio, noté como las lágrimas que caían de mis ojos empezaron a mezclarse con la lluvia. Inesperadamente el camino hacia mi casa se hizo eterno, no logré comprender como llegué hasta esa situación, la misma de ahora, la situación de no saber nada de ti, en efecto, ya no sé nada de él. Ya no sé porque lo hace, eso de apartarse para no estar con nadie, ya ni sé qué tal le va con ella, ni que piensa de mi, ya no sé como recordar aquellos instantes de felicidad que nos unían.

sábado, 1 de octubre de 2011

El volar de las mariposas

Ya no siento rencor, mi vida ha cambiado desde entonces. Siento como el tiempo me ha dejado madurar y ver con mis propios ojos como él se está yendo de mi vida. Las oportunidades no han querido aparecer más allá de lo que el sol nos deja ver. No me importaría que nuestra vida se basara en simples abrazos y en miradas que quitan el hambre, o en un millón más de notitas y cartas escritas entre clase y clase, o en mitad de ella también. La figura de la fuente de Trevi sigue sobre mi balda, junto a tu postal y tu libro, aquel que me explica todo lo tu boca no me pudo decir, también esa canción que utilizabas para verme sonreír, escrita en un trozo de papel, que ahora cada vez que suena siento como  mi cuerpo se debilita y mis ojos no pueden evitar escupir lágrimas. La impotencia me come cada día más. “Lo único que quiero es que seas feliz” me decías, ¿pero dónde has dejado ese objetivo? Me duele ver cómo te escapas y la tristeza inunda mi habitación, lo único que sé en este mismo instante es que con cuanto más odio te miro, mi corazón más te quiere. Me conformaré con las miradas a través del rabillo del ojo, aquellas que acaban en el suelo inconscientemente, las que antes duraban, y hacían que el tiempo se parase junto a mil mariposas volando a cámara lenta.